La crisis creada por la COVID, más allá del drama social y sanitario que está suponiendo a nivel mundial, supone un desafío económico-financiero para el tejido empresarial. Son momentos de demostrar nuestra capacidad de adaptación, implementando planes personalizados y estrategias de financiación flexibles que nos permitan crear un escenario de recuperación financiera para nuestro negocio.

Los efectos de la pandemia se han dejado notar a nivel mundial. Las estrategias de contención de los distintos Gobiernos han sido diferentes, pero en todos los casos, las consecuencias de las restricciones de la movilidad y la parálisis de los procesos productivos han provocado notables trastornos en las cadenas de suministro y distribución, escasez de mercancías y reducción de la demanda en todos los sectores de actividad.

Estos hechos, en principio inesperados y poco previsibles, han propiciado una drástica reducción de los ingresos en gran parte de los sectores empresariales, impactado de forma extrema sobre la liquidez y comprometiendo en muchos casos la solvencia de muchas compañías. Los efectos de la COVID-19 no solo se han dejado sentir sobre las empresas que ya venían sufriendo problemas de financiación, sino también sobre muchas otras que disfrutaban antes de la crisis de una adecuada capitalización y solvencia.

Para paliar esta situación, en el último año y medio se han aprobado distintos paquetes de ayudas y medidas urgentes en apoyo de la liquidez y la solvencia de empresas y autónomos. Hasta el momento estas ayudas han tomado la forma de ERTES, préstamos ICO, avales, moratorias, … medidas todas ellas que han venido a paliar problemas transitorios de tesorería y que han procurado un respiro para la liquidez de las compañías.

En este sentido, un papel destacado es el que viene desempeñando en nuestra comunidad autónoma el Institut Valencià de Finances (IVF). Como principal instrumento de la política financiera de la Generalitat, se ha convertido en una herramienta fundamental para la articulación de préstamos bonificados, créditos directos y otorgamiento de avales, esta última labor se realiza a través de Afín-SGR Comunitat Valenciana. Con estas herramientas, desde el IVF, se viene apoyando la financiación a la inversión de empresas con problemas transitorios de liquidez pero que no tienen problemas de solvencia, y también a empresas con problemas de solvencia, pero cuyos modelos de negocio son viables y que en realidad carecen de problemas estructurales.

Nos encontramos actualmente en un punto en el que las previsiones económicas parecen señalar como momento de recuperación a partir de 2022. Son por tanto momentos de desafíos operativos y financieros, que necesitan de estrategias tendentes a mejorar la capacidad de generar caja, garantizar la liquidez y apuntalar la solvencia. Estas estrategias conllevarán para la mayoría de las compañías tomar medidas en el corto y medio plazo.

Se hace necesario en este instante un estudio detenido del nivel de estrés financiero de la compañía y sus características, de modo que se establezca e implemente un plan de contingencia que nos permita dimensionar y estructurar de forma correcta las fuentes de financiación en las que se apoya nuestro negocio. Solo así seremos capaces de determinar las acciones a llevar a cabo, así como su cronología.

Estas medidas pueden pasar por distintas soluciones en función de las carencias detectadas en nuestro estudio. Así, en aquellos casos en que se hayan detectado necesidades de liquidez inmediata sabiendo que la solvencia de la entidad no está comprometida, la solución puede pasar por utilizar una financiación puente que nos solvente el gap de falta de liquidez.

En otros casos, en los que se han detectado mayores necesidades de liquidez, y mayor riesgo de incumplimiento de los pagos comprometidos, pueden hacerse necesarias otras fórmulas como la búsqueda de mayor flexibilidad en la estructura de vencimientos, la reestructuración del pasivo, o la solicitud de dispensas o moratorias de determinados compromisos.

Cuando los problemas detectados sean de mayor envergadura, y respondan más a cuestiones estructurales, y nos veamos en situaciones de falta de liquidez prologada, incapacidad de devolución de la deuda o imposibilidad de cumplimiento de inversiones que resulten esenciales, se puede hacer necesario recurrir a otras herramientas. En estas ocasiones formarán parte de nuestro estudio fórmulas de refinanciación, búsqueda de fuentes alternativas de recursos financieros, reestructuración del capital societario, planteamiento de escenarios preconcursales, … o en su caso, operaciones de modificación estructural, como pudieran ser fusiones, segregaciones, escisiones o cesiones de rama de actividad.

Con independencia de las soluciones que deban implementarse, nuestra recomendación es actuar con presteza y sin dilación, y realizar un adecuado estudio de la situación económico-financiera que nos permita obtener un plan de actuación que sustente la viabilidad de nuestro negocio. Este plan de actuación generará transparencia en nuestro entorno, proporcionando confianza a las entidades financieras con las que trabajemos, así como a los potenciales inversores a lo que precisemos recurrir. Será, en suma, el marco de referencia en el que nos deberemos mover en el futuro más cercano, que nos aportará la estabilidad y la credibilidad que nuestro proyecto empresarial necesita.

Este artículo ha sido publicado por el diario digital Valencia Plaza.