Ha pasado un año desde que llegó la pandemia a nuestras vidas y, si bien en un primer momento nos conectamos y empezamos a trabajar desde casa, ha llegado el momento de aprender a convivir con la presencialidad y el teletrabajo. Por ello nos preguntamos: ¿Son útiles los protocolos de gobernanza que diseñamos y validamos periódicamente para afrontar con eficacia las medidas tan cambiantes del momento actual? ¿Compensa invertir esfuerzos en reforzar o reformular estos protocolos para adaptarlos al tiempo de pandemia?.
Para las grandes empresas y las instituciones públicas la respuesta es sencilla: sí que compensa, porque la GOBERNANZA y las estrategias de BUEN GOBIERNO son imprescindibles en el management del S.XXI. ¿Pero qué ocurre en la pequeña y mediana empresa? En estos casos hay un grupo directivo muy reducido que asume distintos roles y adaptar la gobernanza a la pandemia exige mayores esfuerzos.
La pyme, en nuestro caso el despacho profesional, concentra en sus propietarios y gerentes todo el diseño y planificación de estrategias, además del trabajo cotidiano que, dependiendo del tamaño de la empresa, desarrollan como especialistas, técnicos, gerentes, jefes de equipo, formadores, seleccionadores, etc. Por ello, en muchas organizaciones la planificación de estrategias sociales suele llevarse dentro de los propios valores y principios que rigen toda la actividad de la empresa.
Cuando la empresa decide fijar unos protocolos de gobernanza, de buen gobierno, se establecen unos principios de actuación sólidos que permiten desarrollar la actividad planificada, promoviendo un sano equilibrio entre todas las partes con las que se interactúa en el entorno económico, social y medioambiental.
Los protocolos adoptados se plasman por escrito y deben formar parte de la comunicación abierta para todo el equipo de trabajo porque influyen en la forma de desarrollar nuestra actividad profesional como empresa.
La redacción y publicación interna de los mismos y su revisión periódica anual les convierte en una herramienta de gestión adicional que ayuda a verificar los resultados y objetivos marcados, corregirlos y mejorarlos.
Varona Legal & Numbers sí que ha realizado el esfuerzo de implicarse en la definición y aplicación de sus principios de GOBERNANZA y ante la situación actual nos preguntamos: ¿Cómo ayudan los protocolos de buen gobierno en una crisis como la actual? ¿Qué tenemos que reforzar? ¿Queda descartado algún principio, se añaden nuevas consideraciones organizativas aprendidas durante la pandemia?
La COVID-19 nos ha dado un vuelco en muchos aspectos de nuestras vidas: seguridad, salud, estabilidad, supervivencia, economía, orden… Ha generado una crisis en cascada: crisis sanitaria / crisis sociopolítica / crisis económica cuyos efectos se perciben ya y se alargarán a medio plazo…
La forma de trabajar, de comunicarnos y de cuidarnos ya no es la misma en muchos casos. La asunción de la MODALIDAD DEL TELETRABAJO, las nuevas medidas de seguridad e higiene en los espacios y las restricciones a la movilidad implican que las decisiones y las directrices tomadas de manera urgente y determinante requieren una mejor COMUNICACIÓN y una mayor EMPATIA.
Mantener la confianza del grupo de trabajo, de los colaboradores, de los clientes, de las instituciones, del mercado en general, nos obliga a actuar y dirigir de forma ágil y con flexibilidad, pero al mismo tiempo consecuentes con los principios de nuestra GOBERNANZA. Definir pautas de gobernanza implica mejorar y caminar hacia la buena gestión, para conseguir una mayor confianza en nuestro entorno que permita una mejor reacción ante la competencia y los imprevistos.
La confianza percibida en el entorno directo mejora la retención y atracción de talento y la cohesión de los equipos de trabajo. Y también permite que todo el potencial aprendido sirva de catalizador para lograr mantener nuestra competitividad en el mercado y seguir desarrollando nuestra actividad de manera eficaz.
El buen gobierno dentro de nuestras empresas nos permite definir las labores de dirección y planificación con eficiencia, transparencia y participación dentro de un marco ético, para alcanzar siempre una buena gestión de todos los recursos y una mejora de nuestro entorno social.
En la definición, planificación y desarrollo de nuestra actividad profesional en este momento tan convulso la pregunta ¿qué es lo importante en la vida? tiene un protagonismo tal que debe formar parte de las reflexiones que inspiren nuestras estrategias de buen gobierno.