Según el Censo de Colegiados del Consejo General de la Abogacía, España contaba a 31 de diciembre de 2017 con un total de 256.644 abogados colegiados. De ellos, el 58,18% ejercen la profesión. El sector de la abogacía es considerado socialmente como un sector tradicional, en el que impera el servicio profesional personalizado al cliente y en el que prima la calidad y la confianza del letrado, más que las herramientas tecnológicas que utiliza. Ahora bien, al igual que en otros sectores de la economía, la tecnología está llamando a la puerta con insistencia desde hace unos años. No obstante, apenas se han observado cambios en los despachos de abogados y, según Rodolfo Tesone, presidente de ENATIC, menos del 5% de los abogados colegiados pueden ser considerados como “abogados digitales”.

La era tecnológica ha traído consigo nuevas herramientas, nuevos negocios y provocará el desarrollo de nuevos servicios por parte de los despachos.

Por una parte, han surgido herramientas para facilitar la actuación de los despachos. Desde aplicaciones que permiten estimar la probabilidad de ganar un pleito o la duración aproximada del mismo gracias al big data, pasando por programas de gestión de los archivos que han permitido digitalizar el archivo físico y los expedientes hasta llegar a herramientas que empiezan a aplicar la inteligencia artificial para la revisión de contratos o para llevar a cabo una traducción automatizada. No hay que olvidar los programas de sumarización creados para elaborar completos resúmenes de documentos mucho más extensos y que permiten tomar decisiones teniendo en cuenta ideas clave. Y, es más, están por llegar plataformas que serán capaces de mantener la unidad de acto en la firma de una escritura a pesar de que los firmantes se encuentren en notarías ubicadas a kilómetros de distancia.

Por otra parte, la tecnología ha hecho surgir nuevos negocios que no pueden obviarse. Por ejemplo, es destacable cómo han proliferado los delitos informáticos, muchos de ellos, a escala nacional e internacional. O, cómo ha ido ganando importancia la protección de datos que ha llevado incluso a que existan despachos especializados en estos aspectos y que el legislador haya optado por regular más estrictamente la materia.

No solo eso, esta nueva etapa también ha conllevado la transformación de los negocios básicos de los despachos de abogados en su forma de hacer las cosas dado que las nuevas herramientas han permitido realizar mejor las tareas que ya se venían desempeñando. Solo hay que ver cómo la presentación de un sencillo escrito de alegaciones a la Agencia Tributaria ya puede hacerse rápidamente por vía telemática y, en algunos supuestos, su presentación electrónica ya ha devenido obligatoria. Podría decirse lo mismo de la preparación de escrituras, contratos o la presentación de demandas que en gran número de partidos judiciales ya es electrónica.

Dar una visión de “despacho digital” puede ser esencial de ahora en adelante para continuar en el mercado, mostrando a los clientes actuales y los potenciales que se está dispuesto a llevar a cabo un proceso de adaptación.

¿Qué cliente no prefiere poder entregar un documento vía correo electrónico en lugar de tener que ir en persona a su despacho de confianza? ¿Qué cliente no prefiere actuar telemáticamente en lugar de tener que presentarse en los Juzgados? ¿No es acaso más rápido y eficiente ofrecer la posibilidad de solucionar conflictos vía online? Teniendo los medios al alcance de la mano, ¿por qué no aprender a utilizarlos?

En el fondo, no hay que perder de vista que la nueva generación de clientes de los despachos va a ser de clientes nacidos en la era digital, operadores jurídicos inmersos en las nuevas tecnologías y que saben utilizarlas y que, por ello, es importante adaptarse a la nueva era, haciendo propias las nuevas herramientas y aprovechando las posibilidades.

Convertirse en “abogados digitales” conlleva no solo ofrecer una experiencia más amplia al cliente sino contar con profesionales más ágiles y polivalentes. Al fin y al cabo, tal y como dijo el filósofo y escritor español Unamuno, “el progreso consiste en renovarse”.

NOTA: Este artículo ha sido publicado por Valencia Plaza, puedes verlo en este enlace.